Querido lector, has llegado al Sancta Sanctórum de un escritor apasionado. Aquí encontrarás mis novelas, mis Ensayos, mis pódcast, y todo lo que se me vaya ocurriendo con el trascurrir de los días.
Los cuerpos gigantescos de las ballenas fueron, durante siglos, un tesoro de productos que se convirtieron en imprescindibles para la vida cotidiana de las personas. Estos productos permitieron un estilo de vida más cómodo, refinado y elegante que –todo hay que decirlo– estaban en total desacuerdo con las escenas espeluznantes que tuvieron lugar para conseguir y proporcionar esos privilegios. Uno de los subproductos procedente de los cetáceos se canalizaba desde los puertos gallegos hacia el interior de Galicia y especialmente hacia Santiago y su catedral, en donde fueron consumidos en cantidades industriales.
La caza de ballenas trajo luz y calor a los humanos, elementos esenciales que permitieron el progreso y el crecimiento. Y hoy, nos guste o no reconocerlo, vivimos con los beneficios permitidos por esa historia tan cruel e incomprensible de la caza de ballenas.
Cada día se escriben millones de textos para que sean leídos, pero ni con esas podríamos aseverar que... todo está dicho, y menos, escrito.
Leer, ha llegado a ser para los humanos una necesidad palmaria. Que si las facturas, que si las leyes, que si el periódico, el prospecto de un medicamento, el libro de instrucciones de un electrodoméstico. Se podría llegar a pensar incluso que, esto de leer nos tiene atrapados en una especie de obligación poco atractiva, porque entre tanta información, no es fácil discernir entre lo que pudiera resultarnos interesante de lo simplemente anodino
Pero entonces, ¿qué puede tener de maravilloso la costumbre de leer?
Leer, lo que se entiende por leer, es ir más lejos que nadie, es entrar en los mundos que los sabios nos proponen con su particular visión, contemplar de otra forma el paisaje, aprender a vivir desde otros puntos de vista y aceptar que no estamos solos bajo las estrellas.
Asar Fernan Rodri,
Escritor, investigador y divulgador de la historia de Compostela.
Al menos hasta el día de hoy, mis novelas tienen un denominador común: la ciudad de Santiago de Compostela como escenario y espacio vital por el que deambulan todos mis personajes, ficticios y reales.